En esta oportunidad estuvimos bastante más tiempo que en las anteriores que solo nos detuvimos por poco más de media hora, por la rusticidad del ambiente y para no perder demasiado tiempo en la ansiada vuelta a casa luego de unos días que a veces son agotadores de tanto andar recorriendo las bellezas de la zona andina de la Patagonia. Permanecimos en el parque esta vez casi dos horas, donde recorrimos la playa de la laguna, observamos algunas aves, admiramos el paisaje, almorzamos la vianda que llevamos y recorrimos un sendero que lleva a un observatorio de aves.
Ya la semana anterior nos deleitamos viendo las laderas nevadas de los cerros que componen el cordón del Chachil, que sirven de telón de fondo tanto a la cercana ciudad de Zapala como a Laguna Blanca, en dirección sudoeste. A la vuelta, cuando fuimos al parque hicimos varias panorámicas desde la ruta y desde el mirador de la entrada.
Llegamos al lugar donde siempre paramos que es una casa de guardaparques con galpón y corral para caballos, allí suelen congregarse aves granívoras que buscan alimento en la bosta de los caballos pero esta vez no vimos casi ninguna, no obstante esas pocas aves se acercaban hacia nosotros cuando sacamos nuestra vianda arriba de las mesas del camping, querían aprovecharse de posibles sobras que eran migas de pan.
Yal negro (Rhopospina fruticeti) hembra |
Calandria mora (Mimus patagonicus) |
Comesebo andino (Phrygilus gayi) macho |
Diuca (Diuca diuca) macho |
Calandria mora (Mimus patagonicus) |
Comesebo andino (Phrygilus gayi) hembra |
Comesebo andino (Phrygilus gayi) hembra |
Macá plateado (Podiceps occipitalis) |
Cisne cuello negro (Cygnus melancoryphus) |
Luego nos fuimos a las instalaciones con las oficinas principales y donde se guardan los vehículos del parque, un lugar al que curiosamente no habíamos visitado a pesar de estar como mucho a 2 km de distancia del otro puesto. Desde allí se puede acceder a un sendero que va a un sólido y resguardado mirador de aves vidriado; ese camino lo hice con mi hija Agustina, mi esposa había decidido quedarse en el auto. Nosotros le dijimos vamos a hacer unos pocos metros para ver plantas pero al final con Agustina hicimos todo el recorrido del sendero que son de más de 500 metros recorriendo sinuosamente la vegetación de la estepa con carteles que debidamente informan al visitante de especies de plantas y su función en el ecosistema. al llegar al mirador nos maravillamos de la bonita vista y me imaginaba observar el paisaje y aves un crudo día de fines de otoño o de invierno, si bien los miradores no son algo que suelo visitar, me gusta más sentir los elementos a la intemperie y poder acercarme más a la flora y la fauna,
Luego de esa recorida por el sendero inmediatamente partimos hacia el Parque Nacional Lihué Calel donde haríamos escala para pasar la noche, aunque nos aguardaba un tiempo lluvioso, pero esa será la última crónica de nuestras vacaciones y la compartiré en los próximos días.
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